3 de noviembre de 2011
Reflexiones
Me canso de las fresas pero también de los ataúdes. Me canso de las personas de un sólo registro y de ese tipo hay miles. Es como escuchar la misma canción todos los días. Si eres poeta, la mayoría habla de gusanos, muerte, asco de vida. Si eres "new age" todo es maravilloso: hay que dar gracias por despertarse y sonreír hasta al policía que te multa y pensar: "los hados quieren decirme algo con esto." Luego están muchas mujeres escritoras que se quejan de sus celulitis mentales y físicas. ¿No es echar piedras contra nuestro propio tejado? Ya está bien de decir que si la celulitis es fea, que si es feo que se caigan los pechos, que si es feo sentirse más mayor. No sé, no entiendo ese discurso supuestamente "femenino". Tampoco me siento en mi territorio en los talleres de poesía. No paran de hablar de poetas famosos, de cómo escribir un buen poema, de cómo utilizar bien la métrica. A mí eso no me interesa. Para mi la poesía es todo. Y tan pronto me leo un best-seller como una reflexión filosófica. Pero ese yin-yang no abunda. Mezclar los elementos no está bien visto. Ni comprendido, ni entendido. Todos se especializan. Se meten en sus compartimentos estancos como cobayitas y de ahí no les sacas. Yo en cambio picoteo, voy de acá para allá, exploro, cato, vagabundeo. Aprendiz constante. Vocación de aprendiz. Y eso la sociedad no lo tolera. No tolera la contradicción, la duda, la coexistencia de la sombra con la luz, de la fiesta con la reflexión. Siento el mismo amor por la palabra "chorizo" que por la palabra "titilar". Un chorizo titilaba en la nevera... Pero lo mío no es estética. Es ética. No creo en el arte sin fondo, sin raíz, sin tierra. Por eso al final acabo tirando hacia lo popular. No tengo cuerpo para altos vueltos ni para grandes viajes. No soy cósmica ni trotamundos. Reinvindico el mundo que tengo frente a mi y en el que pasan cosas tan interesantes como podrían pasar en Pekín. No cambio la puesta de sol de mi lámpara por la puesta de sol en la playa de Punta Cana. Prefiero los vertederos a los desiertos. Mi taza del váter a la taza de té de porcelana. Pero mi visión no es prefabricada. Es natural. Y ahora hay mucho cisne suelto que quiere ser aprendiz de "patito feo". Por cierto, los patos son bellísimos. Para mí, mucho más bellos que los sosos de los cisnes y eso no lo digo porque lo dijeran los modernistas. Eso lo digo porque yo sí creo que la belleza es otra cosa que la que la élite nos vende. La belleza para mi es ante todo frescura y ternura. Una manera de estar en el mundo sin complejos. El cuerpo siempre sin tensión, a la inversa que los cisnes, bamboleándose suavemente. Unos pies de pato andando de puntillas. Eso es para mí la belleza.
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Amén!!!
ResponderEliminarPero qué bien me escribes Lauri.
Y cuanto me gusta leerte.Cada vez que haces un punto y aparte, me digo: Es cierto.
Apúntate esta (de mi admirado y desaparecido detective literario Pepe Carvalho):
"Lo más profundo en el ser humano es la piel"