Concretar mi ser en un papel
una mañana cualquiera de domingo,
no sirve de gran cosa si el que lo lee
no quiere ver lo que se esconde tras las letras.
Instantes
de soledad o de cordura,
control del tiempo
que va fluyendo por las venas,
desasosiego, dudas, silencio,
sombras de abismo,
incertidumbre, nudos de aire.
Hay que tragarse
los bloques de granito
y conseguir cagar
puré de fresas.
Son los estómagos
a prueba de poesía
los que consiguen digerir el miedo
que da el saber nuestra ignorancia
compuesta de palabras mágicas.
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