Nunca comías pan.
Como buen depredador
Utilizabas la corteza
Para afilarte uñas y dientes
Y devorar a tu presa.
Antes de abalanzarte
Dabas un golpe en la mesa
Y todas las migas caían
Cerca de mi cabeza.
Yo sin que tú me vieras
Como vulgar Pulgarcito
Las recogía a escondidas
Dentro de mis bolsillos.
Cuando ya por fin salía
Iba soltando las migas
Para no encontrarme sola
Y que llegaran las palomas.
Juntas devorábamos
A escondidas
Esas migas
Clandestinas.
Y a modo de blandas tiritas
Iba echando sobre mi piel
Aquellas migas
de mayor blancura
Para que no hubiese rastro
De mis heridas más duras
De mis heridas más oscuras.
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